domingo, 24 de marzo de 2013

tres años y un día

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Esto se termina, porque los días fueron uno tras otro, y las mañanas eternas, los desayunos iguales, y el pijama que se compartía para el invierno, no entiende que el frío es mucho para una sola persona.
Esto se termina, no porque haga falta dar la cara, sino porque silenciaron las palabras y los tres años y un día se van a volver eternos; y yo, no quiero. Quiero verte, decirte, abrazarte y verte ir. Quiero que me dejes ir, tú a mí, por todo eso que dijiste a los tres años y un día desde que te vi morir.
Esto se termina, porque te lo pido en memoria de los días que según tú merecían respeto, esos que te costó tanto recobrar, esos que el odio te negó por bastante tiempo. Esto se termina, porque él no debió irse, al menos no porque yo no pude terminar esto antes.
Esto se termina como empezó, con risas, comidas y siestas.-
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jueves, 7 de marzo de 2013

p.-


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Soberano de mis días domingos, portero de las madrugadas en las que no duermo; propietario de mis horas a.m. Pan batido de los desayunos que no tomaba hasta su arribo. Invisible de lo cotidiano, empresario de las sorpresas y mis risas, de mi atención, del asombro y el oído a sus historias, a lo mucho que sabe, a todo lo que me enseña.
Amigo indispensable del abrazo que le negaron otros, mismo que le doy con una soltura que se ha ganado sin yo darme cuenta; a pulso de su aire de tranquilidad paternal, su olor a hora de sueño, y su beso en la frente.
Mis ocho contra sus ochenta, su bolso pesado lleno de trabajo al lado de mi mochila llena de chacharachas.-
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domingo, 3 de marzo de 2013

una falta de respeto


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La molesto cada cierto tiempo, cuando pasan un par de años; aunque a veces son meses solamente, pero le hago creer que es por culpa de ella. La verdad es que cuando me preguntó, que qué me había pasado, no tuve otra que responderle que me había perdido; pero no le dije que por eso la busco, porque si bien nunca supe si la amé, la amo, o la amaré, ella es la única que me trae de vuelta a mi versión más cómoda; ella es como yo, es como si le hubiese dejado o le hubiese enseñado de a poco cómo es estar triste todo el puto tiempo, y aun así a disfrutarlo, cómo vivir en una angustia permanente y aun así poder reír con poco o casi nada.
A ella, a quien le falto el respeto constantemente, por no quererla, no respetarla, cuando sólo supo enseñarme cómo andar por ahí, pasando todo por alto. A ella, a quien le debo más de una comida decente.
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Y cuando pasen los años, se van a encontrar en la calle, con las derrotas ya en el cuerpo, y sin nada que perder, con mucho que contar, y con los días en adelante.-