martes, 2 de noviembre de 2010

zapatos ajenos

La intención no fue soltarla, pero jamás le prometí mi mano para agarrar la suya, solamente un daño llevo al siguiente y para cuando volteé a verla hasta su rostro ya era diferente, en algún momento dejo de ser quien exaltaba mi paz con su llegada, dejo de ser espontaneidad y una hoja en blanco tenía más que contar que esa cara de resignación con matices de dolor. Su risa se apagó, los ojos inundados en lágrimas me alegaban tantas cosas que deje de oírla, y la solté, la empujé, la boté, hasta que la maté en el momento en que la vi transformada en mí. Obra de arte magullada en sus colores con mis pasares. Extraje sus sonidos con mis silencios infinitos, y hubo agua que brotó de sus ojos cuando estos no conocían más que de sequías que se compensaban de variadas carcajadas.
.
.
.
.
.
.
Una historia con altura de miras que se irá perdiendo en el tiempo. No me paso a mí, no le ha pasado a nadie quizás, pero un poco de empatía y entendimiento con quien ya no vive en este mundo no es vano.. . No me paso a mí, pero en algún momento hablé a través de sus labios y miré por sus ojos, viéndote de esta forma.