martes, 13 de octubre de 2009

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No te creo nada, y ver el esfuerzo que se te escapa de las manos no hace más que sostener lo que pienso.

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Se me olvida a ratos tu cara y cuando la reconozco entre tantas ideas me gustaría volver a olvidarla.

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Creo que ya no te quiero lo suficiente, ni siquiera un poco, tal vez nada.

La vida nos separo porque jamás se trato de amor, era la necesidad de poder continuar, quien estaba más solitario invitó al otro a pasar, a quedarse un rato, a poder conversar, y en una vida nueva participar.

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No te creo mucho, pero al verte de frente tu cara se vuelve sonriente, la mirada se va entre la gente y tu me pareces sencillo pero exigente, y lejos estas mejor, más presente.

Ya no te creo tanto, quizás solo la mitad, lo demás lo regalo a la duda, siempre serás un caballero de armadura, aunque trate de pensar lo contrario, aun eres eso y estas parado en la luna.

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Te creo algo de lo que tratas de decir, te confundes con los adornos que piensas que me harán sentir mejor, algo más efectivo a tu devoción por ser el ángel que entregó su vida por mi protección.

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Siento que corres tan rápido y yo voy detrás sin realizar ni el más mínimo esfuerzo, e intento perderte sin que sea mía culpa, creo que quiero que te pierdas, por mucho que me duela.

Ahora siento que te creo, porque si hoy soy esta persona es por mi propio juicio, es porque te invente para excusar tanto daño, para no dar respuesta de los actos que tanto me hicieron feliz.

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Y no te odio, porque de hacerlo debería partir por mí, tú vives en mi cabeza, y yo te deje salir, te di una cara y una voz sutil, te hice caso y cambié los pasos que hasta ese momento seguí. Te hice como me placiste, y ahora tengo toda la intención de destruirte, pero un golpe sería herirme, como ya lo hago al advertirte que te alejes lo más pronto, y que me dejes alegre de volver a ser triste, ya déjame de una vez y te aseguro que me ira bien.

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yo te creo hasta cuando me mientes