sábado, 21 de mayo de 2011

Rendición, diaria y personal-.

Está de moda hablar de lo que pasó hoy, estará de moda este día durante varios más. Pocos se fijaron en lo importante y lo demencial, si se mofan unos pocos, del resto de nosotros, los que nos hacemos llamar pueblo. Cuando vamos a entender que ya no se lucha corriendo unos con otros, golpeándonos entre iguales, o creen que los hombres verde olivo con luma en mano no tiene hijos que deberán verse en un futuro próximo en la educación por la cual se combate hoy. Eso es la frustración del ignorante, hacer sin saber. Esa la caída del pueblo, esa es la lona donde nos han mantenido a todos, con un pié encima, con cara al suelo.
Hace muy poco un desconocido, en una esquina cualquiera me miró de tal forma reprobatoria que me sentí miserable en esta vida. Un desconocido que solía ser mí mejor y gran amigo. Dado lo siguiente, dado lo que pasa hoy, dada la vida misma, creo que llegar a una conclusión como esta va de la mano con todo.
Ustedes que hoy salieron a la calle, ustedes que hoy tiraron piedras, ustedes que alimentan el circo gubernamental que salió de su propio puño, porque no toman un librito y luchan, pero de igual a igual. Sepan que una palabra duele más, perdura en el tiempo y causa estragos irreparables de saber utilizarlas en el momento exacto.
Sepan que la palabra “esperanza”, proviene del verbo esperar, si ya dejan de esperar, y dado que la esperanza es lo último que se pierde, entonces no tendrían nada que perder. Dejémonos de colgarnos de significancias utópicas que nos entumecen al momento de actuar. Sepamos lo mismo, sepamos más, y cuando comprendan que no tienen nada que perder, van a ganar mucho.
Preocúpense de autoimponerse logros, no metas que les den tregua a las falencias del camino. Trabajen aunque no lo necesiten, ayuden en sus casas, sobre todo si pasaron los veinte y no se han formado en la vida de grandes. Pongan ojo a sus estudios que no hay flojo que sea imbécil, ni tonto que no se empeñe. Y no es algo de alguien perfecto, en lo personal, me di cuenta tarde de lo anterior, pero hoy hago lo posible por seguir en lo que me formulé. Gozo de tantas falencias que, a decir verdad, ya no me molestan. Sin ellas, no sería quien soy, al fin orgullosa, incluso de haber decepcionado a mi mejor persona, a cambio de crecer.
Vean más allá de sus narices, que la seguridad y la tranquilidad no siempre son la felicidad. Por lo mismo, no sean cómodos, no hagan lo que el mundo espera de uno, hagan lo que ustedes quieren para lograr la fantasiosa felicidad, porque sí se da, a ratos, con lo innecesario, con quien se es odiado, por no tener plata, por no tener un apellido bonito. Aprendan que lo que es carente ante el ojo ajeno, puede ser un todo personal. Aprendan a pedir disculpas y ser reales, no complazcan y retírense cuando sea necesario. Es mejor ser el de la esquina que lee solo mientras el resto parlotea de lo vano.
Son mejores muchas cosas, pero no hay como las propias.
Bien dice mi madre, que me convertí en una ermitaña, porque me valgo sola, no hago felicidades ajenas con una vida que se me entregó de voluntaria manera. Porque estoy orgullosa de mi padre y ser quien de los errores aprendió.
Eso, si alguien lo lee, ojalá y le pueda servir.

domingo, 6 de marzo de 2011

Son risas de payaso

En una avenida donde los pasos van apresurados chocando entre sí.

Te vi en movimiento y la sonrisa se apoderó de ti, fue a medio día entrado la tarde y las nubes grises adornaban el marco de la ventana que te amparaba. Yo te recuerdo con esa imagen y te agradezco dejarla así; medio de lado, distorsionado, así como tú. Siempre despeinado!

Lo que tenga que decir, lo haré cuando me toqué. Cuando la vida misma lo disponga, porque bien sabes que no tengo coraje y no tengo varias cosas más como para apresurar mi turno, es ahora donde te confieso vergonzosa venir anhelándolo desde hace tiempo.

Es en este minuto donde me detengo a inclinar la cabeza ante tu valentía. De saber un claro por qué, un minuto preciso y un respiro hondo que permanecerá en mi mente turbada. Cuando me corresponda tocaré tu puerta dorada y al verme sonreirás como siempre, como sólo sabes hacerlo tú en la oscuridad. Abre despacito porque allá arriba no seré bienvenida, tú me dejas entrar un ratito, lo justo para darte un abrazo y preguntar las mismas tonteras de siempre.

Por el momento me quedo con el Quintay que siempre estará ahí, contigo sentado en una roca, con el vino encima, con las frases más taradas y acertadas que proporcionaron una alegría palpitante en mí; con mis miedos, con mis dieciocho, tus veinte algo y las personas que nos hacían felices.

Si me permites te doy las gracias por los abrazos inesperados en las calles de un puerto que siempre será tuyo. También te doy las gracias por la bonita imagen que proyectabas en los ojos de cuanta mujer te admiraba, porque Dios te hiso justicia con eso de la belleza, debía decírtelo sin sonrojarme, debía decírtelo para que supieras el por qué los ángeles hoy arroparan a sus mujeres aladas, porque llegaste tú y ellas deben estar descontroladas.

Ahora sólo espero mi lugar, donde llegue el día en que pueda verte y ofrecerte las pertinentes disculpas por la ingratitud, por los minutos infinitos de distancias absurdas y los silencios eternos donde me hice presente. Por el llanto insistente ante la incredulidad y más que nada te ofrezco perdones por la rabia de saberme tan precaria donde mereciste tanto más de lo que di.

Tu nariz de pintada de rojo, payaso loco, loco lindo, lindo hasta en las mañanas del verano más agraciado de mi historia. Donde fuiste testigo de mi paso firme, de ser una infante alegre a una mujer loca de lágrimas graciosas.

Nos vemos huacho de las sonrisas, de los abrazos apretados. Nos vemos en la micro, en la calle, donde tú estimes conveniente, esta vez aseguro llegar con un vino, con una playa, con tu roca cuadrada y los rubios que nos quitaron los sueños.

Nos vemos luego, espero.


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La tristeza se lleva por dentro y con valor. La tristeza nos abandonó con tus colores llamativos dejando amor