viernes, 6 de junio de 2014

cita directa.-

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Paulo Coelho dijo: 
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“Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos… Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella… Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderás siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejará de intentarlo… Se rendirán y buscarán a esa otra persona que acabarán encontrando. Pero les aseguro que no pasarán una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más… Todos saben de qué estoy hablando, porque mientras estaban leyendo esto, les ha venido su nombre a la cabeza. Se librarán de él o de ella, dejarán de sufrir, conseguirán encontrar la paz (le sustituirán por la calma), pero les aseguro que no pasará un día en que deseen que estuviera aquí para perturbarlos. Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias” 
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martes, 31 de diciembre de 2013

cosas que sé

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Él llora, canta, le sudan las manos, y le arden las orejas al calor. Tiene una rebeldía que solo se le refleja en los cabellos, y lunares que aun pudo ubicar a ojos cerrados. Ronca en las mañanas y después de almuerzo. Él las cuenta con los dedos de las manos, a todas ellas, incluso a mí. Ama el olor a pasto, carga el olor a casa, pero odia el verde en el plato, y saca la carne del mío. Él ahuyenta a los perros salvajes, bueno no tan salvajes, pero ahuyenta a los perros de la calle que tanto me dan miedo; él es el compañero de mi boleto de la micro a eso de las 20 horas, cuando el oscuro de la noche me incomoda las hormonas, él sabe y cede condescendiente mi asiento favorito. ÉL duerme, a la hora de las siestas que no compartí nunca más, el come con ganas, con las que yo no tengo y en las que pongo esfuerzo; y cuando el empeño le llega al rostro, el rosado de las mejillas lo hacen único. ÉL conoce mi rutina y la aprendió solo. Me escribía cartas a mano alzada y una vez me llamó imprescindible; yo no creía en la veracidad de esa palabra, ni sabía para qué mierda existía, hasta que él la mencionó, y años más tarde, hasta en su más grande rencor, la sustentó en ofensas que han vuelto real mi desesperación. Yo rimaba, aun lo hago, a veces, cuando resulta, y otras cuando lo amerita. Yo escribía. Dejé de hacerlo cuando entendí que él no existe, que es otro más de mis inventos para poder seguir y tener algo que contar. La mentira más grande en la que creí, el mejor personaje del que escribí. Es como las pepas del tomate que no me comí, como el almohadón sin el que no puede dormir.-
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sábado, 5 de octubre de 2013

Carta abierta, sin papel ni lápiz

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Hoy cociné, y, bueno puse un plato de extra. Yo doy comida como abrazo, y viceversa, si no le doy comida y también lo llego a privar de abrazos es porque, no lo sé, siempre doy comida y abrazos, menos a ti.
Han pasado los días y comencé contándolos y ya no, pero miré y ya son cuatro, cuatro los años y he trabajado complejo, duro, y soy una buena persona, sí que lo soy, y merezco mi casa, tu ropa desordenada, mi mala forma de hacer la cama, tu buena forma de hacerla, el plato de comida para dos, la sopa que me hiciste la única vez que me enfermé, los mil quinientos tés que hice cuando tú enfermabas, el pan tostado, siempre hallulla (así se escribe hallulla?), sin ningún borde negro, y con el vaso de agua para que, bueno nunca supe para qué lo querías; me merezco eso, pero me merezco más.
Una vez escuché que la vida es muy corta para enamorarse más de una vez, yo ya lo hice una, y fue de ti, de nadie más, de las pestañas en las puse mi índice para que no despertaras de mal humor, y nunca despertaste de mal humor; de las pastillas que tuve que romper, cuando enfermaste, por mi culpa, por mi culpa, por mi bendita culpa (eso lo escuché cuando me obligaste a ir a misa), de tus ganas de comer, de mi poco apetito, de mi estuche de maquillaje que no te gustaba por el olor a producto estético. Tengo que dejar de oler las cosas, sobre todo a la gente, tengo que dejar de hacerlo.
Dejarte ir es complejo, quizás es fácil, pero por lo mismo es complejo, si lees hasta la coma, puedes darte cuenta que aun no sé explicarme muy bien, que, se me va en colleras ordenar las palabras para que pueda decir algo tan cortito. Lo siento.
No dejo mi amor por ti, es lo antecesor lo que dejo a buena voluntad de alguien más; nunca me llevaste al cine, ahora voy bastante, nunca me dejaste tomar café y comer chocolate, hoy ya me comí tres cuadrados de una barra. Ya no le cocino a nadie, y ya no doy abrazos, porque creo, te los dejé en prenda.

Ya no eres mi mejor amigo, menos mi mejor persona, solo eres el amor de mi vida.-
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viernes, 10 de mayo de 2013

quería decir que.. .

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No soy su amiga, no lo veo todos los días, no me siento a su lado, y parte de su rutina no he sido de hace varios años. No soy su compañía, no le veo por las mañanas, no sé si come, ni me entero de con quién habla.
No soy su amiga, pero de sentar a todos sus amigos en comunidad, ninguno sabría que al desayuno el huevo revuelto con jamón o queso no le puede faltar; que el día es bueno si es que hay de ambos en la mesa, y que siempre es té a tres cuartos de la taza en armonía con el vaso de agua fría; no soy su amiga, pero sé que duerme de costado y que su abuelo lo crió como un buen hombre.
Que es amable con las modas y que ha sido desde cantante aficionado, mago de un solo público hasta rapero cojonudo; pero no soy su amiga, porque de serlo, no estaría escribiendo de él, cuando hay alguien que con esmero me espera. No soy su amiga, pero hace un tiempo fui la mejor, en persona y corazón.
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Lo siento, lo siento mucho.-
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sábado, 13 de abril de 2013

los años que no pasan, pesan

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Saben por qué la gente como yo no envejece, porqué a los 27 me veo de 17 o quizás menos; saben cómo  me pude saltar diez años que al ojo mundano parecen como si hubiese dado un salto que no duró más de un par de segundos, saben cómo. Yo cargo angustia, hay otros que cargan angustias, yo sólo cargo una, pero es suficiente como para una piel lozana, cabellos largos y brillantes, pies de niña y manos que al mirarlas parecen que no han tocado nada.
La gente como yo, no envejece, porque estancó su vida en un segundo y no dejó que nada de lo que pasaba la marcara, ni con cicatrices, menos con arrugas; mis arrugas van dentro, mis heridas sangran a diario y no expelen sangre. Mi cansancio, ya es tanto, que me permite correr con un constante dolor en el pecho, dándome esa inquietud del último respiro, pero se torna burlesco al permitirme otro día más.
Yo no le permito a la vida ponerme expresión en el rostro, no le dejo lugar al recuerdo de anécdotas que dejen algo que contar, yo me quedé en los 21, porque mi historia pende del día en que lo conocí, y con esa cara y ese cuerpo me quedé, para esperarlo, quererlo, amarlo, sin que note a su regreso, el paso del tiempo, porque mi tiempo no pasa, pesa.
Yo me veo joven desde ese día, pero de acercarse bien, verá que en la oscuridad de mis ojeras tengo años, arrugas, heridas y cansancio que cuentan lo que yo no hago, en las palabras que me cuestan a diario.-
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No fui la más bonita, no fui la legal, menos la principal. Tampoco la última, menos la primera, la del gran apellido, la de la gran billetera, ciertamente no fui la más bella; era la de las mañanas cualquieras, la de la puerta cuando el frío aquejaba afuera, la de la hora de once, la del pan, la de los huevos al desayuno, la que no tenía futuro; la de las manos, las risas, la de lágrimas y prisas, la que se fue sin avisar; fui la que no se despidió, la que mintió, la que lloró, pero por sobre todo, fui la que no se maquilló, no se peinó, no se vistió, sólo te amó.-
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domingo, 24 de marzo de 2013

tres años y un día

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Esto se termina, porque los días fueron uno tras otro, y las mañanas eternas, los desayunos iguales, y el pijama que se compartía para el invierno, no entiende que el frío es mucho para una sola persona.
Esto se termina, no porque haga falta dar la cara, sino porque silenciaron las palabras y los tres años y un día se van a volver eternos; y yo, no quiero. Quiero verte, decirte, abrazarte y verte ir. Quiero que me dejes ir, tú a mí, por todo eso que dijiste a los tres años y un día desde que te vi morir.
Esto se termina, porque te lo pido en memoria de los días que según tú merecían respeto, esos que te costó tanto recobrar, esos que el odio te negó por bastante tiempo. Esto se termina, porque él no debió irse, al menos no porque yo no pude terminar esto antes.
Esto se termina como empezó, con risas, comidas y siestas.-
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