Hoy extraño mis zapatillas, los
hoyos de mis vestidos, los nudos de tu pelo, y el desastre que era el mío. Y te
cuento que por donde camino ahora los vientos me peinan, me veo diferente, pero
en ocaciones me vuelvo a verte, y he dejado de mentirte, para comenzar a
hacerlo conmigo, aunque con certeza has visto que se me va de las manos y de
las ansias termino en un espectáculo mundano.
Le sonrío bastante a las circunstancias,
ya he dejado de mirarlas con rabia; aunque te cuento, a veces me gustaría tanto
gritarle a la vida misma, o volver a encerrarme allá arriba, donde los vientos
me despeinaban, donde las comidas escaseaban, donde nadie más estaba. También
te cuento que quizás me esté volviendo un poco loca, los he contado con los
dedos de mis manos y ya van tres los que con expresión de certeza me han
llamado así. Quizás no esté tan malo, me has dicho que los irreales viven mejor, en más
libertad, en más soledad, en acción inmortal.
De seguro no leerás esto, y si lo
haces, será de esas casualidades idiotas y lastimeras, por tanto, te propongo
mantener el silencio al que tan poco respeto he dado, ya que es a mí a quien le cuesta, y tiendo a soltarte la
lengua con facilidades casi prostitutas.
Las noches dejaron de ser buenas,
son solo noches, y las sigo gritoniando hacia mi sillón.